Una vieja partida de café

Por: Luis Castañeda

 

Hace poco, rebuscando entre mis papeles, encontré esta pequeña hoja desgastada con anotaciones de una vieja partida de ajedrez. Los recuerdos de una época en la que el ajedrez era parte fundamental de mi vida acudieron velozmente a mi mente ¡¡Estamos hablando de una partida del siglo pasado!! Buenos tiempos aquellos en lo que, a falta de un buen club como el que tenemos ahora en la ciudad, pasábamos tardes enteras en los cafés de la avenida. Una pequeña mesa, un tablero y un reloj, y una competencia feroz por mantener la silla: si perdías, hala, a esperar más de media hora tu nuevo turno. En este ambiente, tenías días y días. En ocasiones, no te movían en toda la tarde; eras un fenómeno!!, jugabas fino, o posicional, o arriesgado y atrevido…; no importaba: ganabas. Otras veces, en cambio, no dabas pie con bola: te ganaba José Carlos y Jacinto, y Eduardo y, por supuesto, Vázquez….¡¡coño, pero si te ganaba hasta Cano!! Además, estaba el tema del reloj. Maldito cacharro. Ya saben la leyenda no? Luis Castañeda y el reloj. No la voy a contar aquí, pero creedme: no tiene un final feliz. Para mi el reloj era como la espada de Damócles pendiendo siempre sobre la creatividad y el buen gusto en el ajedrez ¡¡Cuántas partidas echadas a perder por culpa de las injustas premuras de tiempo!!

Pero había días…

 

Una partida de ajedrez de 1999

Una partida de ajedrez de 1999

No hacía demasiado, me parece recordar, que Paco de la Banda venía imponiendo su enorme capacidad de juego entre nuestra pequeña comunidad ajedrecística. Era un rival duro, duro de roer. A rápidas y a lentas. Con blancas y con negras. Con sus novedosos (para nosotros) sistemas de juego, con su talento táctico que lo capacitaba para jugar y hablar al mismo tiempo… impresionante el tío. Se pasaba la tarde sentado en la silla con las piezas blancas.

Esta partida que les muestro no es ni correcta, ni lógica. Está llena de absurdos. Pero, si han entendido bien el ambiente y las circunstancias, es una partida memorable. Al menos para mi, y como tengo manga con el administrador de la página, pues me permito publicarla.

 

 

 

Ese día me divertí y ni que decir tiene que me dieron las tantas sin moverme de la silla ni abandonar las piezas blancas.

Espero les haya gustado.