Vamos a ver seguidamente una partida de la que fuera joven promesa brasileña Henrique Mecking. Fue disputada en la Olimpiada de Ajedrez de Lugano de 1968. Me la encontré mientras repasaba (como hago con frecuencia en mi tiempo libre) un viejo semanario ‘64’ soviético de aquel tiempo.
La bonita victoria de Mecking en aquel cotejo ante un reputado rival alemán (Wolfgang Unzicker – entonces con 43 años), es un ejemplo de lo importante que pudo llegar a ser para el mundo del ajedrez aquella F.I.D.E. de entonces.
Mecking, natural de un país como Brasil, de poca tradición ajedrecística en América Latina (!?), era una gran figura mundial de inmenso talento.
¡Y pudo luchar durante los diez años siguientes a este enfrentamiento olímpico por el Campeonato del Mundo!.
Ambientemos aquel momento de la Olimpiada de Lugano de 1968, con una foto del “poderoso” equipo soviético formado entonces como sigue: 1º tablero: Petrosián; 2º. Spassky; 3º. Korchnoi; 4º. Geller; 1º reserva: Polugaevsky y 2º reserva: Smyslov.
Aunque el GM Henrique Mecking no llegó a ser campeón del mundo, estuvo siempre arriba, en lo más alto de la “pirámide mundial” (!?), perfectamente construída en aquella época por la F.I.D.E., disputando el maestro brasileño previamente para ello y por este orden, sus respectivos torneos provinciales, regionales y el campeonato nacional de su país y posteriormente los llamados y hoy en día, “tristemente” desaparecidos, torneos zonales e interzonales cerrados, para luego arribar a los grandes matches de candidatos, una vez que gracias a Fischer se eliminaron los enfrentamientos “tipo liga” para esta clase de eventos, con el único objetivo de equiparar, un poco más si cabe, las fuerzas ajedrecísticas de los participantes.
Digo “un poco más si cabe”, porque todos sabemos que Bobby tuvo que luchar sólo contra todo el “aparato soviético”, que preparaba “novedades teóricas” por doquier a sus principales miembros (ver por ejemplo, los prestigiosos nombres del equipo olímpico de 1968) y les arropaba luego con todo tipo de soportes técnicos (humanos) para profundizar, entre otras cosas (aspecto físico incluido) en el “arte del análisis” de las partidas aplazadas (!?).
Lamentablemente aquello acabó “psicológicamente” con Fischer como corroboramos, momentos más tarde, de que se proclamase campeón mundial en 1972. Bobby ya no tuvo más “fuerza moral” para volver a competir. Anatoli Kárpov acechaba… . Cuando veo en el semanario ‘64’ de 1972 como el propio Tolia ya analizaba las partidas del Spassky-Fischer, pues imagínense el tipo de presión que ello suponía para Bobby (!?). Los soviéticos le estaban preparando ya un rival aún más duro para el próximo ciclo… .
Creo que hoy deberían volverse a permitir los aplazamientos. Aparte de que es “inhumano” jugar al ajedrez más de cuatro o cinco horas seguidas (tanto para el ajedrecista como para los propios espectadores que seguimos las partidas magistrales), de este modo se lograría tener más calidad en los “finales de partida” pero con una salvedad fundamental, que antes en los tiempos de Bobby no existía: ¡Ahora todos tendrían igualdad de posibilidades con la irrupción en el mundo del ajedrez de las computadoras!.
Esto serviría también para dar oportunidad a los programadores de módulos informáticos a que profundizaran en la programación ajedrecística, gracias a los “ejemplos reales” que surgirían en el tratamiento de los “finales”, donde hoy los programas siguen teniendo grandes lagunas técnicas (!?).
Insisto y no ha habido todavía ningún experto informático que me desmonte este asunto: Hay muchos finales de partida en donde las computadoras “erróneamente” ven como ganado al bando fuerte y en realidad esas posiciones no se pueden ganar, ni ¡viéndolas de lejos!, con perspectiva… . Da lo mismo que se use un PC normal de los que se venden de manera estándar en los centros comerciales, que por ejemplo la supercomputadora “Deep Blue”, que desapareció del mapa ajedrecístico porque a IBM no le interesaba (por motivos de imagen) que le descubriesen entonces sus defectos en este tipo de finales y también en posiciones bloqueadas de medio juego, por ejemplo las que se dan en la formación “muro de piedra” de la Defensa Holandesa (!?).
En la actualidad con la política actual de la FIDE que dirige Kirsán Ilyumzhínov, es muy difícil que ajedrecistas con proyección de países por tradición no tan fuertes ajedrecísticamente, sigan aumentando progresivamente en su fuerza de juego y puedan llegar a aspirar al campeonato del mundo, como hizo Mecking en su día.
Te puede salir un Magnus Carlsen de vez en cuando (sólo cuando tratamos de grandes “genios” – palabra que como muy bien dice Leontxo García, deberíamos todos “cuidar” y bastante, cuando la usamos -) pero ¿cuántos buenos ajedrecistas jóvenes se quedan mientras tanto por el camino y no se sitúan certeramente en el lugar de la “desaparecida” pirámide que les corresponde?. Una federación de ajedrez de un país, digamos que de poca tradición ajedrecística, podría estar orgullosa con sólo colocar a uno de sus miembros en la parte alta de la pirámide (!?). Hoy eso ya no es posible… .
Debo recordar algo que parece que también está olvidado. El motivo principal por lo que la organización mundial de la F.I.D.E. fue creada – y lo he escrito en más de una ocasión – tras la muerte de Alekhine (Aliejin), se estableció en las Asambleas Generales de Winterthur de 1946 y de La Haya de 1947. Allí se fundó el “espíritu” de la F.I.D.E.: Aunar a los mejores ajedrecistas de todos los países para entre ellos obtener al “legítimo” retador de la corona mundial.
En los últimos tiempos hemos visto como la F.I.D.E. ha ido dando “bandazos” de un lado para otro sin concretar fechas exactas para celebrar lo que deberían ser estos grandes acontecimientos ajedrecísticos para todo el mundo del ajedrez (países menos importantes incluidos) en defensa del propio lema de la organización:
¡GENS UNA SUMUS!.
Hoy un gran ajedrecista está en la élite o no lo está, pero no va a tener una posibilidad certera de entrar en la misma por sus propios medios. De hecho ha habido un montón de quejas en los últimos años como que la élite es siempre la misma y sólo juegan entre ellos, sin dejar entrar allí a más nadie (!?).
Miren el ejemplo del propio Magnus Carlsen en la última Olimpiada. Jugó contra rivales técnicamente inferiores y no consiguió los puntos que debiera (!?). El propio campeón del mundo Vishy Anand no quiso ni aparecer por allí (!?).
¿Habrá inflación en el Elo?. Yo creo que algo, sí.
Por tanto, para los jóvenes maestros que comienzan y tienen delante de sí un futuro prometedor a nivel internacional, todo dependerá ahora de/los padrino/s que tenga/n en su lugar de origen. Es la realidad y me da mucha pena decirlo.
Me parece que volvemos a la época de los “mecenas”.
Creo que esos jóvenes valores de querer dedicarse profesionalmente al ajedrez, tendrán que buscarse patrocinadores privados y tendrán que jugar bastantes Torneos Abiertos donde el “Sistema Suizo” te hace jugar muchas veces injustamente malas pasadas. Una sóla partida mal jugada y te manda al centro de la clasificación general y cuando ya te vuelves a recuperar… ¡el torneo se acabó! y quedas clasificado (por ejemplo) en el puesto 14º (empatado a puntos con un montón de ajedrecistas más débiles en fuerza que tú). Y como el patrocinador de turno no vea bien el negocio que está haciendo contigo, ¡se acabó entonces el patrocinio! … .
Esos jóvenes valores no podrán jugar “progresivamente” grandes torneos “cerrados” que los promocionen adecuadamente.
Antes este tipo de torneos y luego matches eran “obligatorios” y por lo tanto incentivaban a los jóvenes maestros (como realmente ocurrió con Mecking) para seguir estudiando ajedrez ¡con ahínco!. Sólo con dedicación plena se puede conseguir el difícil objetivo del progreso (!?).
Pasemos ahora a ver la partida mencionada de la Olimpiada de Lugano de 1968 (ver logo), que será previa a los comentarios que realizaré próximamente de un Match de Candidatos que siempre me apasionó: El que jugó el propio Mecking contra la “maquinaria soviética”, representada entonces por el gran divulgador del ajedrez (lo digo por sus grandes libros) que fue el GM ruso Lev Polugaievsky, el de Lucerna de 1977. ¡Fueron doce intensas partidas!.
La idea ahora es la de analizar el match para el “gran público” (con muchas palabras y menos variantes), pero sólo prestando importancia real a lo que la computadora descubra y que no se haya comentado aún. Ahí, sí profundizaremos en el cálculo de las variantes críticas.
Del match Polugaievsky-Mecking de Lucerna 1977, hay muy poco escrito.
Me voy a guiar fundamentalmente de lo que se dijo en su día en el Informator, en la Revista española Jaque de Mayo de 1977, en el libro cumbre de Polugaievsky titulado “Grandmaster Preparation” primero y su 2ª versión, “Grandmaster Achievement” y sobre todo, afortunadamente, en una gran obra que acabo de adquirir hace poco tiempo en México: ¡El semanario 64 soviético de 1977!.
¡No se pierdan los inéditos comentarios a ese match!.
Y es que, sr. Ilyumzhínov, a falta de pan, buenas son tortas… .
Ver partida comentada entre Mecking y Unzicker (Olimpiada de Lugano de 1968)
Angel Jiménez Arteaga
http://www.ajedrezcanarias.com (Secretos de Alcoba)